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Entertainment news Celebrity gossip Movie and TV show updates Latest celebrity news Trending entertainment stories Análisis de Lost in Random: The Eternal Die – Un cumplidor roguelite de acción bajo la sombra de Hades
Nada al azar.


En 2021 se publicó el primer Lost in Random, un simpático juego de construcción de mazos con estética inspirada en la obra de Henry Selick (Coraline, Pesadilla Antes de Navidad), desarrollado por Zoink y publicado por Electronic Arts. La historia del equipo responsable de su secuela es un poco rocambolesca, ya que si miramos nombres de editores y desarrolladores, no coincide ninguno, aunque la cosa es algo más complicada: el desaparecido estudio Zoink actualmente forma parte del grupo Thunderful (que publica la secuela) y su estudio se convirtió en Stormteller, responsables de este The Eternal Die. Sin embargo, los directores del juego original se marcharon para fundar MoonHood y crear The Midnight Walk, dejando a cargo de la secuela a un equipo formado por los game designers del primer Lost in Random. No sabemos si este baile de nombres es el responsable de que The Eternal Die tenga poco que ver con el primer título y mucho que ver con Hades.
Lost in Random: The Eternal Die nos envía de nuevo al mundo de Azar, donde sucedía el primer juego, pero en esta ocasión nos pone en la piel de la antigua villana. La reina Alejandra pierde sus poderes y vuelve a ser una niña tras caer en una pesadilla tras un ataque del Caballero Delirio. En su búsqueda de este formidable rival, Alejandra acaba una y otra vez en el Santuario, el lugar donde otros variopintos habitantes de Azar (muchos de ellos súbditos descontentos con la propia reina) atrapados por Delirio han terminado juntándose para escapar de su tiranía.
The Eternal Die no es un juego de construcción de mazos con una historia lineal como su predecesor, sino un roguelite de acción. La relación con el LiR original es en ocasiones testimonial: más allá de que no visitemos los mismos lugares o que nos olvidemos en gran medida la trama del original, la perspectiva cambia de tercera persona a isométrica y el celebrado estilo stop-motion se abandona por completo, perdiendo una de las principales bazas del primer juego. Una vez nos ponemos a los mandos, es complicado no ver las similitudes con Hades casi de inmediato porque tiene exactamente la misma estructura.


Explicar cómo funciona The Eternal Die es fácil si tomamos como referente el juego de Supergiant: tenemos que completar runs que nos acercan al final de la historia, ascendiendo por cuatro biomas con enemigos únicos mientras pasamos de una habitación a otra para limpiarlas de rivales. La recompensa se elige al final en vez de al principio, eso sí. Cada área está coronada por un combate final contra un jefe, capaz de recordar el resultado de nuestros anteriores encuentros. Cuando morimos, regresamos a una zona relajada en la que podemos hablar con varios PNJ, desbloquear mejoras permanentes o cambiar el aspecto de nuestras armas para modificar sus características. La muerte no es el final y en cada run vamos desentrañando un poco más de la historia de Alejandra y de los habitantes de Azar atrapados por Delirio.
Tenemos tres tipos de ataque para enfrentarnos a nuestros enemigos. Empezamos por un arma principal que escogemos antes de iniciar una run entre espada, arco, lanza y martillo, cada una cuenta con media decena de “aspectos” que le otorgan ciertas mecánicas únicas. El manejo de las propias armas se asemeja bastante al del propio Hades, quizá sin tanta fluidez en las animaciones, pero se diferencian lo suficiente entre sí como para que sea divertido experimentar. Una vez entramos en la run, recibimos un segundo ataque: un hechizo secundario escogido de entre varios al azar, que podemos cambiar a mitad de run si encontramos una carta con un hechizo distinto. El tercero es uno de los pocos elementos que regresan del primer LiR: el lanzamiento de un dado, en este caso Fortunata, que podemos lanzar para realizar un pequeño ataque de área.


El dado gana peso a lo largo de la partida con el elemento más característico de The Eternal Die: un sistema de reliquias que añade un elemento de progreso durante la propia run. Estas mejoras nos permiten añadir mejoras típicas como daño de veneno, pero también nos permiten añadir efectos adicionales si las tiradas de Fortunata coinciden con el número que activa una de nuestras mejoras (por ejemplo: congelar a los enemigos si sale cierto número). Las propias reliquias están marcadas con entre uno y tres colores; si logramos juntar en la cuadrícula tres mejoras que compartan un mismo color, ganaremos un bonus para el resto de la run asociada al efecto que corresponda a ese color (más daño de arma o más suerte, por ejemplo). Es un sistema que añade una capa extra de estrategia y anticipación, permite personalizar nuestra build de cada run de forma diferenciada y, más importante, es la idea en la que más se aprecia una voluntad por salirse de la estela de Hades.
Por lo demás, lo que le falta a The Eternal Die de forma más acuciante es variedad, ya que pese a cierta aleatoriedad, todas las runs terminan resultando demasiado parecidas entre sí. En este sentido, las pocas salas especiales sin combates están un poco desaprovechadas; el juego tarda varias runs en darnos una cantidad de monedas mínimamente efectiva para que la tienda se pueda usar durante los primeros niveles y los juegos de carnaval se limitan casi siempre a tirar el dado para darnos una recompensa o un reto.


Me da un poco de pena que el juego no haya explotado más el universo del juego en este sentido, ya que cada paso por el mundo de Lost in Random era una sorpresa, mientras que aquí le tomaremos la medida bastante pronto. De la misma manera, el arco de redención de Alejandra (asociado a los distintos finales que podemos desbloquear) podría tener más peso si el juego dedicase un poco más de tiempo a los secundarios que pueblan Santuario pero, de nuevo, parece quedarse corto a la hora de desarrollar la historia de sus secundarios para darles algo de peso.
Aunque a la hora de escribir el texto sea más fácil destacar el aspecto negativo, probablemente esté siendo un poco duro de más con el juego. Por toda esta falta de originalidad, lo que no se le puede negar es el buen hacer. The Eternal Die es como mínimo divertido en todo momento y consigue engancharnos sin mucha dificultad gracias a una fórmula jugable que desde luego no ha inventado, pero que sabe desarrollar con eficacia. Con la cabeza fría puedo decir que quizá podría dedicar este tiempo a meterle esta decena de horas a otros títulos del género, pero no es algo que haya pensado demasiado cuando tenía el juego en las manos.
Lost in Random: The Eternal Die es un roguelite de acción competente pero con poca inventiva, que puede saciar ligeramente entre parches del acceso anticipado de Hades 2, pero que nunca logra separarse lo suficiente de su sombra como para ser un juego con personalidad propia. Pese a ello, es un juego más que disfrutable; por todo lo que me quejo de falta de originalidad, no se puede negar que han mirado con acierto al mejor del género a la hora de plantear su propuesta y que sus propios toques, si bien no tienen tantísimo peso como podrían, están muy bien resueltos. No va a revolucionar el género, pero sabe defender su propuesta.