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Emanuele Filiberto de Saboya siempre es fuente de sorpresas y jugosos titulares. Enfrentado a su primo Aimone de Saboya Aosta por las joyas malditas de la familia valoradas en 300 millones de euros, recientemente hacía pública la ruptura de su largo matrimonio con Clotilde Courau y su romance por sorpresa con la modelo mexicana Adriana Abascal. Una relación que sigue viento en popa pero con alguna pequeña marejada durante la travesía, como se ha demostrado recientemente.
El desfile de la diseñadora flamenca Rocío Peralta que tenía lugar el pasado mes de enero en Sevilla fue donde ambos hicieron su primera aparición como pareja. Este evento, al que asistieron numerosos rostros conocidos como Victoria López-Quesada y su madre o Virginia Troconis, fue el elegido para desvelar un romance que hasta ahora se había caracterizado por su discreción.
Pero ha sido la revista italiana Oggi la que ha desvelado un pequeño incidente protagonizado por el hijo del último rey de Italia y la que fuera esposa de Juan Villalonga. Todo ocurrió durante la fiesta de cumpleaños que celebraba la hija pequeña de Filiberto, Luisa de Saboya, con motivo de sus 19 años. Pero con lo que no contaba la feliz pareja era con la huida precipitada de la modelo mexicana para ahorrarse una potencial situación embarazosa.
Adriana y Clotilde: el encuentro que no fue
La fiesta de cumpleaños de Luisa se celebró en la histórica villa de la familia Saboya, situada en la isla de Cavallo, que se encuentra entre Córcega y Cerdeña. Ese pequeño paraíso conocido como la isla de los multimillonarios sirvió como uno de los escenarios de las aciagas últimas vacaciones de Diana de Gales y Dodi Al-Fayed.
Previamente, Filiberto y Adriana habían acudido a la mansión para pasar unos días junto a unos amigos. Y llegado el momento de la celebración, el semanario italiano indica que la mexicana se sentó junto a la madre de su novio, Marina Doria, y otros invitados, entre ellos el tenor Andrea Bocelli y su esposa.
Pero antes de que llegaran la cumpleañera y su madre, Clotilde Courau, Adriana Abascal salió de forma precipitada rumbo a París para que no se produjera un posible encontronazo incómodo con la exmujer de su actual pareja. Según la revista italiana Oggi, parte de la culpa de esta decisión para «evitar situaciones embarazosas» pudo ser de Luisa de Saboya «que es muy tímida y reservada y podría no haberle gustado». La revista añadió que «la Princesa de Chieri quería una tarta sencilla con 19 velas y no publicó ninguna foto en la que apareciera mientras era festejada por su madre, su padre y su abuela».
Crónica de un romance en libertad
Cuando Emanuele Filiberto de Saboya anunció el fin de su matrimonio en marzo de este año, él y la madre de sus hijas llevaban ya cuatro años separados. Según declaró al Corriere della sera, a pesar de todo seguían llevándose bien y él seguía respetando y queriendo a la actriz francesa.
La modelo y el aristócrata, en el desfile de Rocío Peralta.
GTRES
Pero después de que se hiciera público su romance con la que fuera miss México en 1988, Adriana Abascal, en declaraciones en ese caso a la revista Gala, afirmó que anunció su separación de Clotilde Courau para ser «justo con todas las partes». Algo que resulta comprensible, ya que su primera aparición con su nueva novia desató rápidamente todo tipo de especulaciones.
«Adriana y yo nos llevamos muy bien», afirmaba entusiasmado en esa entrevista, añadiendo que era «muy feliz». El aristócrata no dudaba tampoco en revelar cuál era el secreto del éxito de su relación. «Cada uno vive su propia vida y trabajamos mucho. Nos alegramos mucho cuando nos volvemos a ver, ya sea en Mónaco, Italia, España o París». Parece claro que la libertad juega un papel importante en su relación, lo que no parece molestar al italiano. Al contrario, en su opinión, «quizás esta pequeña separación mantiene viva la llama del amor».